31 de enero de 2011

El segundo optimista

Un segundo que no duraría más que eso. Pero fue suficiente para reconocer que todos, incluso los que creen conocerlo todo antes de vivirlo, cometen errores.
Y entonces me pregunté si vivimos sólo para recordar, si se trata de detenerse a esperar las atrocidades que se avecinan, o si la idea es hacer de éste, segundo a segundo, el mejor de los mundos posibles.

29 de enero de 2011

Esencia

A menudo lo olvido, o lo olvidamos, quizás. Hablo de la esencia.
No es ganar, como tantas veces se ha malentendido. Pero tampoco es sólo participar, disfrutar del juego por el honor de haber podido formar parte de él. Su esencia es mucho más simple: la esencia del juego es jugar.
Regresar, durante noventa minutos, a la niñez. Olvidar prejuicios. Reventar en emociones. Perseguir o atrapar un balón. Involucrarse tanto dentro del rectángulo verde que sea posible olvidar el tiempo y estar, simplemente, ahí. Borrar todo lo demás y saborear lo que significa la vida entonces.
La esencia no es ni ganar ni perder ni divertirse ni enojarse. La esencia del juego es aligerar todo peso y dejar que el balón, caprichoso, ruede.
Entonces, sin pensar demasiado, acaso sin siquiera reparar en ello, entonces sí, de manera aleatoria, casi automática, entonces sí, inconscientemente, sonreír.

25 de enero de 2011

Humor

Su familia decía que era un cerdo porque nunca se bañaba. Cada seis meses, más o menos, los dejaba sin argumentos.

20 de enero de 2011

La mudanza

Llegué a esta tierra hace poquito. Me dijeron que así estaría mejor, y, pues... pues por eso fue que vine para acá, para estar un poquito mejor.
No, no me quejo, no quiero generar malentendidos. Pero vine para acá para estar lo mejor posible; eso quiero: estar lo mejor posible, y pues... pues por eso vine para acá. Llegué lo más lejos posible en la otra, y no, no quiero que se me malentienda, no me fui por ingrato o por escapista. Me vine para acá para conocer algo que todavía no conozco, algo que aún no encuentro. Pero me dijeron que era por aquí.
No, no recuerdo quién me lo dijo. Ni por qué, ni cuándo. Pero quiero encontrar lo que no pude en la otra tierra.
Déjenme les platico cómo es la tierra de donde llegué, hace poquito. Es una tierra bien linda; un lugar de paisajes inimaginables y de estructuras inconcebibles. Hay un montonal de cosas que sé que aquí no voy a ver, pero vine para acá a conocer cosas que sé que allá no se acostumbran. Por eso me vine para acá, para conocer. Es que me gusta mucho conocer. Y pues... pues apenas llegué hace poquito, y apenas estoy conociendo. No quiero que se me malentienda: sí está muy lindo aquí, pero la verdad extraño mi lugar de origen.
Llegué a este nuevo lugar recién. Y ya le voy agarrando la vibra y el modo. Está medio difícil, no crean que no, pero ya que uno se va acostumbrando se puede uno dar cuenta de que las promesas que nos hacen para llegar acá no son del todo falsas.
Llegué, no crean que no, para estar a gusto aquí. Es sólo que a veces extraño la infinidad de posibilidades de donde soy originario. Aquí, claro, sé que la voy a hacer, nomás que no va a ser tan rápido como allá. Y es que allá los pasos se pueden dar bien grandotes: saltar alto, bajar suavecito y moverse, pues, rico.
No, no me malentiendan, aquí también, he visto, se puede uno mover rico, y saltar, y bajar. Pero como que el cuerpo pesa más, no sé. Como que los pasos se dan más lento, no sé. Como que las calles son más largas, no sé. Pero es el lugar al que llegué, al que vine con harto gusto, al que me mudé para hacer todo lo que allá no pude o no me salió.
Apenas hace poquito que llegué, y apenas le voy agarrando el gusto. Pero es que estaba acostumbrado a otras cosas, y llegar acá me cambió el panorama. No me imaginaba que la realidad fuera así.
Yo vengo de la fantasía, pero no me malentiendan, ahí la voy llevando, ahí la voy llevando.

16 de enero de 2011

Marihuana

Te dejaré, como un olvido en mis recuerdos, guardados en una caja metálica de color azul opaco. Te dejaré salir de vez en cuando a disfrutar de esta inexplicable —inequívoca— solución solitaria. Te dejaré adornos y memorias de lo que hiciste conmigo, de lo que no pude hacer contigo. Te dejaré.
En un silencio estridente, te dejaré. En una oscuridad brillante, te dejaré. En un regreso cíclico, te dejaré. En un espacio pequeño, en un cuarto, en un baño, te dejaré.
En el campo, en la cabaña, en lo que dices cuando callas y en lo que escucho cuando te apagas, te dejaré.
Te dejaré temporalmente, pues para siempre ya te había prometido. Te dejaré para siempre, al menos temporalmente. Te miraré, y a tu recuerdo; te olfatearé, y a tu esencia; te tocaré, y a tus semillas, y a los brotes.
Desde afuera, desde adentro y desde en medio, encerrado, te dejaré.

9 de enero de 2011

Nada

En otro lugar. Esto debería ocurrir en otro lugar, pienso, mientras ocurre aquí. Y luego algo que detiene cual punto. Algo parecido.
Digo "en otro lugar" al hablar de la nada, el lugar que nunca ocurre. Hay otros espacios para la nada; lo único es que nada me detiene. De ahí la búsqueda.
Nunca importó, al final. Y si al querer decir nada destapo la posibilidad de volver a hablar.
Poco a poco.
Ya nada.