17 de marzo de 2010

Observar (pero con los ojos cerrados)

Me parece que es la tendencia natural de los seres humanos a desconfiar de lo que dicen los demás. Algunos son demasiado crédulos, cómo negarlo; pero la mayoría duda. Y qué bueno, que duden; pero si dudar de manera habitual lleva a la ociosa práctica de negar antes de conocer, entonces mejor que sean crédulos, yo digo.
Es bastante simple, lo que vi mientras cerraba los ojos (o lo que me pregunté mientras lo veía). ¿Por qué dudar de la capacidad de imaginar? Pues porque nadie puede ver la imaginación de nadie. Pero todos pueden ver la propia. Creemos ciegamente en lo que podemos observar porque los demás también lo observan, pero, sobre todo, creemos ciegamente porque los demás dicen que también lo observan. Así, ojos abiertos o cerrados, podemos todos ver la imaginación, el pensamiento o las emociones no expresadas, mientras seamos capaces de decirlo, aunque no todos nos vean diciéndolo, aunque algunos sólo nos escuchen, aunque algunos sólo nos lean.





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