25 de enero de 2010

Ciclos

Si hay regularidad o si no. Si los ciclos se repiten —como en una suerte de espiral, alejándose cada vez más del origen, acercándose cada vez más al centro, pero pareciéndose todo el tiempo, sin centro y sin origen— o si no —como una mota de polvo—.
A veces arriba y a veces abajo, eso sí, eso siempre. Me gustaría tener un marco de referencia más flexible para definir con claridad qué es arriba y qué es abajo, pero sólo tengo el de los demás (y me da miedo, todavía, inventar uno propio).
Con todo y como sea, sin origen —entonces— y sin centro —todavía—.

21 de enero de 2010

Gestalt

No sé cuándo decidí creer que podía madurar. Ahora, a veces, creo que puedo madurar. Y no sé —entre tanta teoría y tanta práctica que me dice que el verdadero cambio llega cuando uno se convierte en lo que es, y no cuando uno intenta convertirse en algo que no es— qué o quién soy. Pero me repito que soy maduro o, al menos, que puedo serlo.
Lo que no sé es si ser maduro es ser lo que soy. Si no, y si consigo la madurez, llegaré a ser menos yo. Afortunadamente en ocasiones me detengo a pensar, me detengo para no madurar, y recuerdo lo bien que me puedo sentir al conseguir el cambio: ése que llega cuando sigo siendo yo mismo.

11 de enero de 2010

La de buró

La borrachera más triste es ésa que te da tanto tiempo para estar contigo mismo, tanto tiempo para reflexionar, que te termina llevando a la tristísma, desalentadora y pesada conclusión —siempre correcta— de que mañana será un día difícil (al menos en la mañana, cuando más duele la cabeza, cuando mejor sabe el agua).
Hablas con alguien, por ejemplo (pues el tipo de borrachera que refiero no pertenece, necesariamente, al exclusivo y solitario grupo que termina, necesariamente, con la cabeza postrada sobre un buró), y te entretienes, pues el alcohol lo permite. No lo suficiente, sin embargo, para detener el pensamiento del día que mañana llegará —siempre llega—.
Entonces duele: entonces, cuando lo piensas; entonces, cuando, mañana, llega.