23 de diciembre de 2009

Y, ¿lo disfrutó?

"A mí me es útil la presión", dice el señor Wattford, mientras bebe de un solo trago su café, que le dará energía para iniciar el día después de haber dormido menos de seis horas. En otro lugar, quizá en otro momento —los detalles son irrelevantes—, la señora Crijk duerme y sueña que camina, lentamente, por el vecindario del señor Wattford (a quien, hasta ahora, no conoce).
En un evento extraordinario, la señora Crijk, dormida, y el señor Wattford, apurado y con la boca todavía caliente por el café que no pudo saborear, se encuentran en un mundo desconocido para ambos.
El señor Wattford camina de prisa, con la mente siempre en un momento que no existe, en un momento que ocurrirá, pues es una persona productiva. La señora Crijk se toma las cosas con calma, pues es una persona más de procesos que de productos. Él lleva prisa (no es para menos), y la presión le ayuda a producir. Ella se deja llevar por la calma (no es para más), y el proceso le ayuda a tranquilizarse. Ella en cada momento, él en ninguno. Ambos se mueven; él con los pies en la tierra y ella soñando, uno directamente hacia el otro. Se encuentran, pero no se saludan.
La señora Crijk despierta algo tarde. A su lado yace, soñando, el señor Wattford, a quien nunca se cansará de conocer.

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